Édgar murmuró:
—Lo vi.
Doria no dijo nada más, pensando que aquello no debió ser una situación agradable.
Doria levantó suavemente su mano y le dio unas palmaditas en la espalda, consolándolo en silencio.
Después de un largo rato, susurró:
—Volvamos a casa, te cocinaré lo que quieras.
La voz de Édgar se elevó ligeramente con una dirección obvia:
—¿Lo que quiera?
Doria se quedo sin palabras. «¡Nunca debí sentir pena por él!».
Doria retiró su mano y dijo algo seria:
—Ya basta, vayámonos.
Sentado en el coche, Édgar la miraba de reojo:
—No vayamos a casa.
Doria siguió conduciendo y preguntó:
—¿Dónde quieres ir?
Édagr dijo:
—¿A dónde quieres ir tú?
Doria dijo seriamente:
—Ir a casa y ponerme a descansar.
—¿Será posible?.
Doria no dijo nada y se limitó a seguir conduciendo.
Tras unos segundos, Édgar introdujo una dirección en el navegador y dijo débilmente:
—Vamos aquí.
Doria lo miró,
—Ok.
La dirección apuntaba a una parte muy antigua.
Ciudad Sur era enorme, tan grande que Doria siente que nunca había estado por allí.
El coche condujo durante una hora antes de llegar al lugar donde se encontraba la dirección.
ras detener el coche, Doria abrió la puerta y se encontró con una casa destartalada, rodeada de paredes rotas y completamente desierta, parecía que nadie había vivido allí desde hacía mucho tiempo.
Y aquí era un sitio antiguo que parecía estar olvidada, incompatible con la bulliciosa ciudad.
Justo cuando Doria se preguntaba cómo podía Édgar haberla traído a un lugar así, éste se detuvo junto a ella, se echó delante del coche y miró a la distancia.
—Vivía aquí antes de que me llevaran de vuelta a la familia Santángel.
Doria se congeló y miró de nuevo el lugar:
—¡¿Aquí?!
—Sí.
—Entonces, ¿cómo...llegó a esto?
Édgar dijo:
—Hace unos años, un promotor compró el lugar y todos se mudaron.
Doria dijo:
—¿Lo has comprado tú?
Édgar la miró y sonrió:
—No fui yo.
—¿Qué?
—Ese promotor lo compró porque escuchó que el gobierno se iba a centrar en el desarrollo de este lugar, pero no esperaba que después de que se cambiara el alcalde y se reorganizara el proyecto anterior, así que el lugar quedó desatendido y se convirtió en lo que es hoy.
Después de un tiempo de silencio, Doria susurró:
—No puedo entender el mundo de ustedes, los ricos. Gastan tanto dinero en algo y lo desechan como si nada.
Édgar le puso la mano despreocupadamente en el hombro y le dijo lentamente:
—Si sigues invirtiendo y no obtienes ingresos, es mejor que dejes de perder dinero con el tiempo.
Doria lo pensó y sintió que eso también era cierto.copy right hot novel pub