Modo oscuro
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Nunca juegues con el diablo

Un visitante misterioso

Eda

Los días han pasado tranquilos. Las noches cada vez son más largas y el sol nos ilumina menos, pero eso no cambia el estado en el que me encuentro. En una nube, como si flotara en el paraíso.

Alaric y yo hemos seguido con nuestros encuentros románticos, aunque los que más nos gustan son los furtivos. Una visita rápida a su despacho o al mío y dar rienda suelta a nuestras fantasías. Estamos igual de locos los dos.

Queda poco para navidad. Era la época favorita de mi abuela, así que creo que este año en lugar de deprimirme y no hacer nada, a ella le gustaría que lo celebrara por todo lo alto. Las chicas me van a ayudar la semana que viene a adornar la casa con guirnaldas, el árbol de navidad que no puede faltar con sus luces navideñas y el belén que tiene una mesa en el pasillo de la entrada. Esa pequeña mesa la compró mi abuela hace muchos años y siempre la ha usado para mostrar el nacimiento del niño Jesús.

- Señorita Blake, un caballero dice que tiene que hablar con usted, pero no tiene cita - Informa mi secretaria por el interfono.

Suele ocurrir a veces. Bien por algún problema con alguna empresa o por algún imprevisto. Si no tengo nada programado suelo atender a quien le haga falta.

- No pasa nada, que pase.

Me froto los ojos intentando relajar la vista un poco después de pasar horas leyendo.

La puerta se abre y aparece un hombre bastante alto, con el pelo bien recortado y engominado, la línea del pelo en la parte izquierda marcada, un traje con corbata. Camina recto, magnífico y con seguridad, pero lo más llamativo no es eso, lo que más llama la atención es que no trabajo con él, no tego ni idea de quién es.

Me levanto de mi asiento y extiendo la mano para estrechársela. Entrelaza sus dedos con los míos y aprieta.

Siempre lo he pensado, hay dos tipos de hombres. Los hombres de verdad y los que necesitan que tú creas que es un hombre de verdad. Es muy fácil distinguirlos. El falso hombre tiene la necesidad de apretarte la mano con fuerza, como el perro que orina en una farola para marcar territorio.

- ¿En qué puedo ayudarle? Señor....

Se sienta despacio en la silla preparada frente a la mesa y me sonríe con suficiencia. Un minuto con él y ya he decidido que no me gusta.

- Puede ayudarme muy fácilmente - contesta sin decir su nombre.

Me inclino hacia atrás y apoyo la espalda en la parte trasera de mi sillón. Entrelazo los dedos esperando a que continúe. Tanto enigma me estresa.

- Pues usted dirá.

- ¿Dónde está Alma?

Una vez que suelta la frase solo hay que sumar dos más dos y el resultado es que este es el cabrón del que salió huyendo mi amiga.

- Donde tú no puedas volver a golpearla. Si ha venido para que le ayude o algo por el estilo está perdiendo el tiempo.

Coloco el dedo disimuladamente sobre el interfono por si tengo que pedirle a mi secretaria que llame a seguridad. No me fío ni un pelo de este tío. Estar en la misma habitación que él me produce escalofríos.

- Ella es mía - levanta un dedo y me señala con él como si yo fuera la culpable - Y lo sabía hasta que tú te metiste en medio.

Debería tener miedo de un psicópata como él, pero me hierve la sangre, siento la rabia como asciende por todo mi cuerpo. Rodeo la mesa y camino hacia la puerta.

- Ella no es de nadie, no es un perro, y si no quieres que te caiga otra denuncia será mejor que te vayas.

Abro la puerta y la mantengo así esperando que pille la indirecta. Se levanta despacio y camina hasta mi. Es alto y sabe que eso es un punto a su favor.copy right hot novel pub

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