Modo oscuro
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Nunca juegues con el diablo

Una última jugada

No he querido volver a molestar a Alaric desde que me colgó, pero no he podido quitármelo de la cabeza en toda la semana. Sus últimas palabras me persiguen, no sabe si quiere seguir conmigo. Yo creo que sí lo sabe pero simplemente no me lo quiso decir por teléfono. Está cansado de mi, de mis altibajos, de no querer avanzar. Entiendo que esté enfadado y que le he decepcionado muchas veces.

Se supone que hoy llega de su viaje. No sé si irá a la oficina directamente o pasará por aquí primero, así que termino de preparar la sorpresa. He colgado una gran pancarta en el salón donde aparece en mayúsculas

"SI QUIERO"

Desde el mismo día que se fue me puse el anillo y no me lo he vuelto a quitar. No logro comprender porque creía que pesaba demasiado cuando me lo dio. Ahora entiendo que su lugar está en mi dedo. Una parte del corazón de Alaric está ahí y es solo para mí, si es que no es demasiado tarde.

Termino de colocar algunas guirnaldas multicolores y aunque la decoración es un poco ridícula, creo que se lo debo.

Me siento en el sofá y enciendo la televisión. Hoy no tengo que ir a la oficina hasta por la tarde, así que lo único que puedo hacer es llamar a mi secretaria e interrogarla. Pulso su número y espero a que conteste. Tengo el corazón en un puño, literalmente me siento como si una mano lo encerrara entre sus dedos y apretara sin compasión.

- Despacho de la señorita Blake, dígame - Contesta tan formal como siempre.

- Soy yo, Nicole ¿Ha llegado Alaric?

- Si, si - Contesta bajando el volumen para que nadie la escuche - Hace una media hora se encerró en su despacho y aún no ha salido.

No ha querido verme, por eso se ha ido directamente a trabajar. Tal vez estoy perdiendo el tiempo con tanto preparativo y ya ha decidido que lo nuestro se ha terminado.

- Vale, muchas gracias.

- De nada, señorita Blake.

Tiro el teléfono sobre el sofá sin ningún cuidado. Ya está. Esta ha sido la última cagada de mi vida. Ahora sí que me voy a quedar sola y rodeada de gatos. Ese pensamiento nunca me había perturbado demasiado. Hasta ahora, que solo pensar no volver a besar a Alaric, no colocar mi cabeza sobre su pecho, o reírnos de cualquier tontería, provoca que las lágrimas aneguen mis ojos.copy right hot novel pub

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