Al fin había llegado ese momento en que lo dejaría todo atrás. Estaba cansada del sufrimiento que le ocasionaba aquel lugar, estaba harta de sufrir por personas que jamás se interesaron por ella realmente.
Corazones llenos de egoísmos, egocentrismo, apatía y orgullo del malo. No había nada que la atara aquel lugar, las cosas debían terminar en aquella misma puesta del sol. Buscaría un nuevo destino, se dejaría llevar por aquello que había marcado su vida muchas veces para bien. Buscando el latido de los corazones sinceros, llenos de amor y de esperanzas reales para el futuro. No, ya no más, no dependería de aquello que solo había significado desesperanza y humillación para su alma. Desde aquel día en adelante, lucharía con uñas y dientes para llegar a su destino.
A la orilla de la costa había un restaurante, desde allí podía ver los desastres que había ocasionado Andy.
¿Qué era lo que lo llevó a hacer semejante cosa? ¿Qué sucedía con él?
Inclinó su cabeza y miró con nostalgia en dirección a los escombros del More; era un hermoso barco en el cual tuvo momentos inolvidables al lado de Andy, Christopher y Jay. Lo recordaba con claridad, era como un vídeo en su mente de reproducción con alta definición, ella era como un chico más a su lado, sin gracia o elegancia, siendo brusca y brutal tanto como los chicos con los que había compartido la mitad de su vida. Andy siempre la vio solo como un amigo más; no obstante, a los ojos de Jay siempre fue una hermosa señorita algo particular.
El More era su escape en días libres, de hecho, aun en días de pruebas importantes se tomaban el atrevimiento de desaparecer en alta mar. Jay no dependía de nadie y no le daba cuentas a nadie, ellos simplemente estaban gozosos de desaparecer de la vista de sus padres e irse a un lugar en el que no los fueran a encontrar y, por lo tanto, obligar a estudiar incansablemente. Por algo ninguno de los cuatro fue sobresaliente en la secundaria, la vagancia podía ganarles y si se trataba de escapar juntos, eran invencibles.
Paola no podía creer que las cosas estuvieran cambiando de maneras incontrolables, Jay y Andy eran los mejores amigos.
¿Qué era lo que ahora impedía su amistad?
Andy no sentía absolutamente nada por ella, ahora era un hombre casado. Él se casó con su enemiga: Kenia, la misma chica que les hacía la vida imposible en la secundaria.
¿Cómo podía haberlos cambiado por esa cosa? ¿Tres años en Nueva York eran razón de tanto cambio para Andy?
Meditaba en lo que sucedió, preguntándose una y otra vez las verdaderas razones por las cuales Andy hizo explotar el yate de Jay. Si de algo estaba segura era que él quería impedir que se marchara con Jay; él mismo lo había dicho.
¿Pero qué era lo que lo llevaba a no aceptar que ella se casara con su mejor amigo? ¿Era el caso de que estaba celoso? ¿Él sentiría algo por ella?
Sacudió su cabeza, regañándose mentalmente a sí misma.
No, claro que no, era una locura. Por otra parte, ahora entendía que el Andy que conocía y alguna vez amó no era lo que hoy veía. Una gran ciudad, la ambición y el egoísmo de sus padres lograron consumir al verdadero Andy, aparte de que se había desposado, ya no había nada en él que pudiera interesarle.
¡Se acabó definitivamente!
Christopher miró a su hermana mientras atravesaba ñoquis con un tenedor. Ella estaba tan concentrada en su mente que hasta parecía que fue a almorzar completamente solo.
Entendía que fue un largo día tanto para ella como para Jay, daban las dos de la tarde y ya habían pasado de ir a casarse, ver la explosión de un bote y ocasionar una pelea a decidir huir esa misma noche de aquella isla. Él estaba de acuerdo, quería lo mejor para su hermana y sabía que era la decisión correcta. La conocía mejor que nadie, Jay también, ambos sabían lo que era mejor para aquella hermosa jovencita; ambos tenían algo en común, querían protegerla hasta la muerte, nunca dejarían de dar su vida por ella y defenderla a toda costa más allá de las posibilidades; aunque debía admitir que le preocupaba, sentía en lo profundo de los huesos que a ella le costaría ser feliz y que su corazón estaba totalmente desconectado conforme a lo que quería su mente. Para él no era un secreto que ella estuvo platónicamente enamorada de Andy durante toda su vida; aun así, tenía esperanzas de que, al final de cuentas, ella pudiera ser feliz con Jay.
―Paola… ¿Estás bien? ―preguntó tomando la mano de su hermanita menor por encima de la mesa.
Ella suspiró antes de voltear a mirarlo y sonreír, sentía tantas cosas en aquel momento que no había descripción posible de su estado.
―Pienso en los padres de Jay. ¿Qué pasará si no les caigo bien? ¿Si me ven fea? ¿Si piensan que soy mala para Jay? ―mintió desparramando otros posibles y más adecuados pensamientos para el momento.copy right hot novel pub