Empacó sus maletas rellenando hasta el último espacio disponible en ellas. Era hora de volver a casa, no podía creer que pasó tanto tiempo desde que dejó su tierra y se introdujo en un mundo completamente diferente al suyo. No podía parar de meditar sobre todo lo sucedido, la manera en la que conoció a Paola, inclusive a Christopher y Andy.

¡Cómo volaba el tiempo!

Para él y su cuerpo, era como si fuera tan solo ayer.

Sonrió al recordarla, cuando era solo una chica recién ingresada al secundario; aun en su etapa de cambio en el que el cuerpo humano se desacomodaba estéticamente, ella fue particular a sus ojos. Para aquel entonces llevaba unas gafas de nerd y caminaba con un retenedor en su boca, aunque no lo necesitara de gran manera. Quizá para ella era la mejor forma de esconderse y pasar desapercibida en la jungla salvaje que podía resultar la escuela secundaria. No obstante, ella ya tenía su propia y casi desalmada depredadora; ahí también conoció a Kenia, pero ella iba más allá que la lucha de clases y el estatus quo de la escuela, era personal, cosas de familia.

Kenia era hija de los mejores amigos de los padres de Paola, ella llegó a dejar siempre en mal todo lo que Paola hiciera, una batalla interminable por demostrar que ella era la mejor. Eso terminó volviéndose centro de atención para sus padres, que al ver que su hija perdía todo ante Kenia terminaron rechazándola y haciendo de aquella niña la hija que nunca tuvieron, dejando a Paola más como una persona más de la despreciada servidumbre. Por otra parte, tanto Christopher como Paola jamás aprobaron los negocios y las acciones de sus padres, volviéndose ambos desconocidos en su propio seno familiar.

Paola siempre estaba sola, apartada, tímida, fuera de lugar; ahí era cuando aparecía Andy, ellos habían crecido juntos y él mismo resultaba ser una adicción para Paola, ya que él era el único chico de su edad que no la ignoraba, además de que era también allegado a su familia, ella se apoyaba en él formulando la idea de ese perfecto mejor amigo que no dejaría escapar jamás, siendo inclusive un amor imposible a sus ojos.

Fuera de la perspectiva de Paola, Jay podía ver por sí mismo el efecto que Andy tenía en Paola, ella siempre sufriría incansablemente con él, no le importaba cuantas veces llegara a traicionarla, a final de cuentas siempre lo perdonaba, porque él era todo para ella sin discusión. Casi prefiriendo morir antes que quedarse sin él.

¿Llegó el momento en el que Paola al fin lo dejaría ir?

Cargó en su hombro uno de los morrales con sus cosas y jaló hasta el pasillo las maletas de rondines. Al fin volvería a ver a sus padres y, quizá, muy pronto regresaría a su tierra de origen.

¿Habría cambiado algo durante todo aquel tiempo?

Cerró los ojos por un momento antes de dar el siguiente paso, imaginándose el lugar dónde nació y pasó la mayor parte de su vida, tenía mucho tiempo deseando volver allí; pero no se iría sin Paola, aquello no era siquiera una opción.

― ¡Jay! ―gritó Paola, apareciendo corriendo por el pasillo del hotel.

De inmediato volvió a mirarla, parecía que había llevado aquella velocidad durante largo rato; Christopher la seguía de cerca, casi sin aire para dar un paso más. Por ello se rindió al principio del pasillo y dejó que su hermana avanzara sola los últimos metros mientras él se dejaba caer al piso para descansar.

― ¿Qué sucede? ―preguntó sorprendido, con aquella prisa algo debía de estar pasando.

―La policía se acaba de llevar preso a Andy, lo amotinaron en la marina. ¿Tu hiciste eso? ¿Les dijiste que él había hecho explotar el muelle y tu barco? ―preguntó, aunque realmente estaba convencida de que él no lo haría.

Jay jamás le mintió y estaba confiada de que no empezaría a hacerlo.

―No, claro que no ―respondió Jay sorprendido, si él no lo había hecho… ¿Entonces quién? Los únicos que sabían la verdad eran ellos tres y ninguno había hablado; fuera de ellos, los únicos que lo sabían eran los padres de Paola, ellos jamás venderían a Andy, mucho menos ahora que era esposo de Kenia.copy right hot novel pub