Continuaba sentado en el mismo lugar desde hacía ya más de una hora, mirando fijamente al espejo; cualquiera lo juzgaría de narcisista egocéntrico, mirando su reflejo por más de sesenta minutos seguidos. Para él, aquel no era un simple espejo, en él se veían reflejadas sus visiones como si de un televisor se tratara. De hecho, aquello era lo más cercano a una televisión que él podía haber visto jamás.
Los humanos evolucionaban su mundo mientras ellos seguían atorados en la edad media como si el tiempo jamás pasara; no tenía sentido, eran mucho más poderosos, hermosos, fuertes e inteligentes.
¿Qué los tenía esposados a la era medieval?
No obstante, aquello no era de importancia ahora para su encaprichada alma, deseando algo que no podía tener por las buenas, no después de lo que sucedió bajo su propio techo: Adkins y Kenia se habían encerrado con pasión tras las paredes que le pertenecían, eso lo enfurecía aún más. Aunque él también fuera hermoso, inteligente y ligeramente malvado, su mente no viajaba más allá de los hechos visualizados y el deseo de tener como su propiedad a aquella bella señorita que capturó sus encantos. Además, también había sido retado por el principito encubierto, era oficialmente un desafío, uno que no se iba a permitir perder.
Ópalo ingresó a aquel salón mirando a su primo en aquella posición, no reaccionaba, ni movía el más mínimo centímetro de su piel.
Se acercó a él, inclinándose a su lado, mirándolo fijamente. Entendió que algo le sucedía, pues no se percató de su presencia tan extremadamente cercana, su forma de respirar incluso era casi ausente.
¿Sería que le pasaba algo malo?
Ella miró al espejo…
¿Qué era lo que tanto veía en él?
Solo era su reflejo, está bien que era un hombre atractivo, digno de admirar; pero tampoco resultaba ser para tanto.
Mirando el reflejo de ambos en el espejo decidió tocarlo, estiró su mano y poco a poco la acercó al brazo de Jackue, conforme sus pieles hicieron contacto el espejo difuminó su reflejo mostrando imágenes claras, casi como si pudiera tocarlas:
Eran Adkins y Kenia, eso era lo que tanto miraba Jackue en el espejo, también sintió los sentimientos de Jackue al ver lo que pasaba, deseo de venganza, se mortificaba con aquellas imágenes intentando encontrar una manera de vencerlos… ¡Una revancha!
Ella entendía a la perfección aquel deseo, pero al menos él podía analizar sus pesadillas con un espejo, ella ni siquiera recordaba contra quien peleaba por su revancha en realidad.
― ¿Qué crees que estás haciendo? ―reaccionó Jackue ante el contacto, al fin dejando su silla.
―Vaya, eres un pervertido. ―se burló ella con cinismo ante lo que había visto, no eran necesariamente las imágenes más románticas y castas que le hubiera gustado ver de ese par.
―No vuelvas a tocarme otra vez ―le ordenó Jackue, por lo general, ella era la que utilizaba aquellas palabras.
―No es que quiera volver a ver eso, tranquilo, creo que puedo contenerme. ―Rió con sarcasmo. Jackue bufó con molestia, aquel día amaneció con el mejor de sus humores, mucho menos para soportar las insolencias de Ópalo―. Aunque creo que puedo ayudarte con ese pequeñito problema.copy right hot novel pub