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Ópalo

Capítulo 9: Inciso B

Aun no amanecía cuando dejó aquel sillón que le sirvió de lecho por varias horas. Quería salir de aquel lugar antes que el sol se posara en el cielo, claro, no lo verían, pues las nubes continuaban siendo espesas haciendo imposible visualizar su cielo; no obstante, en su piel, en sus huesos, en cada espacio de su naturaleza de vampiro podía sentir como el sol se asomaba por el horizonte.

Antes de salir de la cabaña del viejo duende escribió una nota agradeciéndole el haberle acogido; sin olvidarse de lo valiosa que resultó aquella información para él. Necesitaba regresar a casa y hablar con sus abuelos e intentar armar un plan de ataque o algo que les ayudara a sacar a Nahgsón de aquel aprieto, por lo tanto, a Kaleptahad de las repercusiones que todo aquello causara.

No hallaba la hora de volver a estar en su tierra al lado de los brazos de su madre; no obstante, estaba consciente de que necesitaba volver a Nahgsón tan pronto pudiera, su viaje a Kaleptahad no era más que un llamado de auxilio y advertencia a lo que se avecinaba.

Ató las cintas de sus zapatos y miró al vacío por un momento inhalando con fuerza un buen trago de aire, su corazón estaba partido, no solo en dos, lo sentía lacerado en pedazos. No entendía a “Kenia” …

¿Qué era lo que había sucedido? ¿Por qué cambió tan repentinamente de opinión?

La reacción de Besodeya había tenido mucho que ver en ello, lo sabía, algo sucedió y él no lo sabía aún.

¿Se iría sin luchar siquiera? ¿Y si tenía el chance de aclararlo todo?

Se puso de pie de su asiento pensando un poco más en la dirección que debía tomar. ¿Afectaría el destino de su reino si se tomaba la libertad de volver al palacio a indagar por un par de horas lo sucedido?

Sabía que tendría que escabullirse de Jackue y de Sinhué; pero aquello no era imposible para su naturaleza; no había nada con lo que él no pudiera.

Sonrió de medio lado, decidido a hacer lo que podía antes de regresar. Al menos debía intentarlo, nada perdería con ello.

¿O sí?

Salió de la casa del duende, y luego corrió a híper velocidad hasta las afueras del muro que cercaba el palacio, aún era temprano, las puertas no se abrirían en al menos una hora más. Liberó sus alas de hada real, no era algo de lo que se sintiera muy orgulloso ya que aquellas brillantes y coloridas alas eran muy poco masculinas; de hecho, se sentía un tanto ridículo llevándolas de fuera. Era el primer hombre mitad vampiro, mitad hada, no era una combinación muy agradable para él.

Voló sobre los muros e incluso sobre el palacio buscando la habitación de Besodeya. No sería difícil distinguir a la única mujer en aquel palacio que tenía la piel color turquesa con brillos. ¡Gracias a los santos reyes no era mitad vampiro, mitad dríada! ¡Eso sí que le daría pena!

Ventana tras ventana se tomó el tiempo de espiar si era la correcta antes de entrar. Luego de varios recorridos rápidos pudo verla caminando de un lado a otro de la habitación; parecía que charlaba con alguien, por eso se abstuvo de entrar y enfrentarla. Solo se mantuvo de pie al lado de la ventana oculto de espaldas contra la pared.

― ¿Se marchó? ¿Así no más? ―preguntó ella.

Adkins se irguió ante el tono de la voz, era ella... su Banshee.

―Como la cobardía de un culpable lo corresponde ―concluyó Besodeya―. ¿Eso no era lo que usted quería su majestad?

―No me hables así Besodeya, sabes que no soy nada, al menos no aun ―dijo con desanimo.

―Mi señora… ¿Quería usted al señor Adkins? ―preguntó Besodeya.

―Por supuesto, mi corazón latía por él desde muchísimos meses atrás. Pero la princesa tenía razón al decir que no era más que un macho de muchas mujeres ―se lamentó cayendo sentada al borde de la cama de Besodeya.

La Dríada cayó a los pies de Sinhué inclinando su cabeza frente a ella.

―Le ruego que me perdone, es una hermosa mujer de bellos dones. Yo jamás quise faltar el respeto besando al hombre por el que su corazón vive ―se disculpó Besodeya, eso hizo que Adkins reaccionara.

¿Lo había besado? ¿En qué momento? ¡Él no recordaba haberlo hecho!

―Basta Besodeya, no tiene caso seguir tratando este tema. Sé que no fue tu culpa, yo vi como él te besó. Además, ya no importa, él se fue como debía ser ―pausó Kenia―.copy right hot novel pub

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