Con disimulo y precaución, el rostro de aquel dulce joven de una edad mágica de catorce años se asomaba a territorio prohibido. Estaba aburrido, simplemente harto de estar encerrado en aquel lugar. Cómo cualquier joven inquieto, ansiaba recorrer el mundo, tener amigos, ser libre e independiente. Se arrastró de rodillas frente a la puerta de la oficina principal del castillo, sus abuelos y tía estaban allí, sentados en sus lechos a unos diez metros de su cuerpo. Si mantenía un perfil bajo lograría pasar desapercibido y escapar a la siguiente etapa de problemas, una vez haber pasado aquel camino, todo sería más fácil para llegar a su momentánea libertad.
Quería salir, respirar aire fresco o solamente caminar sobre tierra y pasto.
¡Ya no quería estar más tiempo allí! ¡No lo soportaba!
Se puso de pie pegado a la pared que colindaba con la oficina, silenciosamente, con lentitud y a ojos cerrados; su corazón latía rápidamente como el de cualquier hijo culpable a pocos segundos de ser descubierto con las manos en la travesura. Puede que aun fuera menor de edad en su dimensión; pero tenía derecho a lugar por su libertad.
Las palabras de sus abuelos para con él jamás serían suficientes; ellos hablaban del peligroso mundo que había allí afuera, de los muchos que intentarían hacerle daño si sabían que era el nieto de los reyes de Nahgsón. Para aquel entonces, ya nada le importaba, pasar siglos encerrado en la torre no era su meta de vida y prontamente se revelaría contra aquella reclusión. Si, era completamente injusto; tanto cómo haberlo separado de su madre luego de que ella perdiera la razón; no obstante, el pequeño príncipe estaba convencido de que la locura de su madre se debía a mucho más que una causa natural o la pérdida de su padre.
Sus abuelos hablaban de cómo el hombre que dio su parte en hacerlo existir podía estar vivo; él no estaba tan convencido. A veces sentía furia por la encaprichada idea de sus abuelos. Su padre estaba muerto y, si aún no lo estaba, para él siempre sería solo un cuento; no se merecía llamarlo padre si él estaba vivo.
¿Por qué no fue por ellos?
Él tenía la culpa de que su madre fuera una delirante mujer poco cuerda, él tenía la culpa de que sus abuelos lo tuvieran preso en aquella torre, él tenía la culpa de que Nahgsón estuviera pasando por una agonía lenta y dolorosa.
¡Él tenía la culpa de haberlo dejado sin una madre!
Quería verla, dentro de sus huesos ardía el anhelo por perderse más allá de los limites e ir por ella, quería buscarla, ayudarla, verla, abrazarla. Sin embargo, sabía que ella no lo recordaría, para su madre él era un total desconocido: los separaron cuando era solo un bebé.
Él tenía su propia idea, quería ayudarla a recordar quien era, darle ayuda, buscar alguien que la sanara; si ella volvía a la normalidad, lo recordaría, lo amaría como cualquier madre a su hijo.
Le hablaban de ella de manera despreciable: asesina, violenta, arrogante, egoísta, egocéntrica, cruel.
¿Qué mujer no lo sería luego de que no solo su esposo desapareciera, sino también le arrebataran a su pequeño hijo?
Podía escuchar lo que fuera sobre su madre, creerlo, pero sentir solo repulsión por la boca de aquellos que la mencionaban de tal manera.
¡Ella era una buena mujer! ¡Aun lo era!
Como ladrón, tuvo que esconderse de los guardas y la servidumbre; si llegaban a verlo armarían un buen escándalo. Tenía que ocultarse en su propio hogar.
Luego de escabullirse a tientas entre tanta gente, logró saltar por una de las ventanas abiertas.copy right hot novel pub