Con un inquieto y apresurado paso corrió tenazmente hasta llegar a su casa, cerrando la puerta al entrar; miró con trauma por la ventana hacía las afueras de su hogar, precisando que no la hubiera perseguido hasta allí.
Respiró inquietamente pegada la ventana, resultando ser en que a penas y podía respirar; forzó de más sus pulmones intentando llegar hasta allí.
Cuando estuvo segura de que no había nadie tras de ella, caminó hasta la cocina de su casa, puso sus manos extendidas sobre una de las encimeras, pensando en miles de cosas en un segundo, su corazón latía rápidamente mientras sentía cómo que caía sin control en un hoyo. ¿Qué era lo que haría ahora?
Tomó la escoba que estaba en una de las esquinas de la cocina y apretó en palo de madera entre sus manos, sintiéndolas sudar de pánico e indignación sobre lo que sería su futuro.
De nuevo ella le estaba quitando todo, la había arruinado.
Gritó hasta más no poder, gritó a todo lo que sus cuerdas vocales y pulmones podían dar mientras con aquella escoba golpeaba todo a su alrededor. La vajilla cayó al suelo, las ventanas sufrirían la furia de lo que sucedía. Quería destruirlo todo mientras lo golpeaba sin control.
Andy apareció corriendo al escuchar semejante estruendo, pudo ver a su esposa golpeando cada cosa que estuviera frente a ella mientras gritaba incontrolablemente; también podía ver lágrimas de furia escurriendo por sus ojos.
― ¡Ella lo pagará! ¡Él me las pagará! ―gritaba mientras continuaba destruyéndolo todo.
― ¿Qué te pasa? ―preguntó Andy anonadado, a ese paso, su casa estaría en ruinas en un abrir y cerrar de ojos.
― ¡Christopher nos delató! ¡Estamos arruinados Andy! ¡Arruinados! ―respondió sin bajar en tono de su voz o la furia ascendente en su cuerpo.
¿Fue su culpa?
Él era el que se lo dijo, todo a cambio del ópalo que resultó ser falso.
Andy se retrajo, caminó en retroceso hasta fuera de su casa sin pensar en decirle algo más a su esposa o siquiera detener el desastre que estaba armando.
Cerró su chaqueta y empezó a caminar, con paso rápido, pero sin llegar a correr fue hasta la casa de Chris, la casa de visitas de los Kóma. Había un taxi aparcado a la entrada de la casa, esperando a alguien.
Andy lo ignoró y caminó hasta la puerta de aquella casa, mirando las valijas en la entrada, sosteniendo la puerta. Las miró por unos treinta segundos…
¿Acaso él se iría?
― ¿Se puede saber qué haces aquí? ―preguntó Chris al regresar a la puerta y mirar a Andy al pie de la entrada, mirando sus valijas.
― ¿Te vas de viaje? ―preguntó, en aquel momento olvidó la razón por la que fue hasta allá; ahora solo le importaba lo que Christopher haría y a dónde se dirigía.
―No, me voy de una vez y para siempre. Usaré el boleto sin retorno a Canadá que me envió Paola. Creo que tu deberías empezar a empacar también, escuché a mi madre decir que no te daría más apoyo legal. La policía no debe de tardar mucho en llegar a tu casa y llevarte a la prisión; sabes bien que cuando llegue el juicio te declararán culpable y morirás en la cárcel. Ahora si me disculpas, tengo un avión que tomar. ―Finalizó él tomando sus valijas, caminó hasta el taxi y lo abordó, marchándose en él.
En ese momento Andy sintió su estómago caer a sus pies. No dudaba que aquello fuera verdad.
Pasó sus dedos entre su cabello y miró a su alrededor, pensando en lo que debía hacer ahora. ¡No tenía tiempo siquiera para pensar!
Fue hasta el garaje, encontrando lo que buscaba, la motocicleta de Chris estaba allí con las llaves puestas.
Conocía bien a Chris, sabía lo que haría.
La abordó y se puso en marcha, regresando a su casa.
Ignoró el escándalo y el desastre que Kenia aún estaba regando por doquier y corrió hasta su habitación, tomando una de las valijas más grandes y llenándola con todo lo que creía indispensable. Inclusive vació la caja fuerte, tomando joyas valiosas de Kenia, necesitaría todo el dinero posible.
Lo envolvió todo en un paño, empujándolo dentro de la valija, para tomar por último su pasaporte.
― ¿Qué estás haciendo? ―preguntó Kenia desde el pasillo, mirando a Andy empujar su pequeño botín al fondo de la maleta para luego cerrarla.
―Me iré, debo huir, la policía vendrá por mí a petición de la señora Cintia de Kóma. Si me llevan a prisión, jamás saldré de allí y tú lo sabes.
―Espérame, déjame empacar un par de cosas ―dijo Kenia.copy right hot novel pub