Modo oscuro
Idioma arrow_icon

Ópalo

Capítulo 13: Inciso C

Sintió que su cama se balanceaba como un barco; no tardó en abrir los ojos para saber qué era lo que cayó justo a su lado. Por un momento se sorprendió, pero luego se tranquilizó, no estaba solo ahora, pero no había nada que temer. Aun así, no dijo nada, solo lo miró. Andy estaba vestido de la misma forma que él, con un traje de lino, con cuerdecillas cerrando la abertura de su camisa y el pantalón holgado. Lo único que conservaba de su indumentaria eran los zapatos con los que llegó a Nahgsón.

Andy sonrió y movió a su amigo por el hombro, molestándolo un poco para ver si reaccionada de alguna manera que no fuera el hablar consigo mismo en su cabeza.

―Mírate, durmiendo plácidamente en la cama de la princesa. Atendido como todo un rey. Parece que la chica no sabe cómo ser imparcial. ¿Quieres saber a dónde me llevaron a mí mientras tu compartías la cama de linda chica?

―No, puedes ahorrarlo ―respondió Christopher.

Pudo notar que su amigo continuaba lastimado, tenía una herida ya seca sobre la ceja. Sin sanar, pero ya no sangraba. Apostaba su propia curación milagrosa a que no era la única herida que tenía.

―Oye, tú te vez tan fresco cómo un bebé recién bañado. Ella sí que te ha tratado bien hermano.

―Al parecer ―dijo Christopher algo inseguro, sintiéndose ligeramente culpable. Él se había tomado a la ligera todos esos cuidados mientras dejaba a Andy a la intemperie de manos desconocidos―. ¿Qué estás haciendo aquí? Si lo recuerdo bien ella dijo que no confiaba en ti y que te mantendría vigilado.

―Lo estoy. Pero la chica terminó mandándome a llamar para que me prepara para la cena; todo porque supuso que tú me querrías ahí. Está claro que quiere mantenerte contento ―dijo, Andy subió un poco la ceja que estaba debajo de la herida en su frente. No tardó en quejarse al sentirla, la había olvidado por un minuto.

―No creo que ella me vea de la forma en la que tú piensas ―comentó mientras hacía las sabanas de lado para bajarse de la cama.

Pensó en el beso.

¿Qué se suponía que debía de pensar de ello?

Era una desconocida que lo había besado. No podía significar nada más que un impulso, quizá una broma.

Si de algo estaba seguro era que no se lo diría a Andy. Ya bastante difícil era asimilar todo lo que estaba sucediendo como para añadir a la lista burlas de su mejor amigo.

― ¿Te dijo algo de ella? ―preguntó Andy de manera algo sigilosa.

Christopher lo miró y suspiró, podía notar lo culpable que aún se sentía por todo lo que pasó antes de que la realidad se cruzara con los seres de una dimensión alterna y se volviera una lucha de matar o morir. Él era el que la llevó hasta su casa, él era el que puso a su hermana y su familia con todo y moñito en las manos del enemigo mortal.

No obstante, ya no importaba. Ambos se unieron nuevamente con una sola misión... encontrar a Paola.

―No. ―respondió Chris mientras se inclinaba para tomar sus zapatos―, prometió que lo haría en la cena. Yo estaba demasiado aturdido cómo para objetarlo.

―Por cierto ―pausó dejando la cama―. ¿Qué pasó con la vara que estaba enterrada en tu espalda? ―Chris se detuvo un momento, recordándolo.

Subió su camisa hasta dónde recordaba había estado la vara, justo entre la parte baja de sus costillas. No había nada allí, su piel estaba completamente sana, cómo si jamás hubiera sucedido.

― ¿Qué demonios pasó? ―expresó Andy anonadado al ver lo mismo que Chris.

―Ella lo hizo, con su magia.

―Aun me cuesta acostumbrarme a esto. Ella parece una chica normal. ―y besa cómo una chica normal, se dijo Christopher en su mente.

―Tarsis dijo que moriría si no lo hacía ―explicó antes de volver a la tarea de atar sus zapatillas deportivas.

― ¿Tarsis? ¿Ahora tuteas a la princesa? ―preguntó Andy en aquel típico tono de burla simplón.

―Solo cállate o yo mismo le pediré que te regrese al lugar dónde te tenía ―amenazó, no tenía muchas ganas de aguantar el Andy abusivo.

Este solo reaccionó dejando sus manos en alto, prácticamente levantando una banderita blanca imaginaria.

Para cuando Chris terminó de atar sus zapatillas Andy ya había recorrido la habitación de la princesa unas tres veces. Aun con poco tiempo.

Prácticamente tuvo que arrancarlo del piso y llevarlo al pasillo para que dejara de meter la mano en lugares privados. Estaba casi seguro de que más temprano que tarde encontraría alguna cosa rara o misteriosa que se arrepentiría de saber que existía.copy right hot novel pub

Comentar / Informar problema del sitio