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(Recomendado) ATRACCIÓN ORIENTAL

CAPÍTULO 24

Era una imprudencia.

Lo sabía.

Desde tiempos memorables, entrar sin llamar, era una imprudencia.

No sabía porque lo había hecho, pero nada más darse cuenta de lo que estaba ocurriendo entre ellos, se sintió extremamente avergonzada.

-Yo...

-Maldición- gruñó Nael, bajando de encima de Vanessa y tirando con fuerza de las sábanas para cubrir la desnudez de ambos.

-¡Oh por Dios!- Vanessa, gimió horrorizada y cubrió su ruborizado rostro. Estaba tan roja y terriblemente avergonzada.

Se giró dándoles la espalda.

-Lo siento tanto, nunca imagine que... yo, de verdad lo... lamento- tartamudeaba nerviosa.

-¡Por Alá, Isabdiella!- gruño él- ¿nunca te enseñaron a llamar, antes de entrar?

-Lo siento, Jamal- dijo aún de espalda a ellos- yo... sólo quería invitar a Vanessa, nunca me imagine que ella y tú... pues, ella... ya lo sabes. Además, no me culpes. Estaban tan entretenidos que olvidaron cerrar la puerta- reprochó - pudo haber sido, madre.

-¡Oh, no!- el horror en la voz de Vanessa, delataba que aquello la hubiese matado de vergüenza.

-Me marcharé para que puedan vestirse- dijo apenada- te espero en mi habitación Vanessa, por si te gustaría acompañarme.

-Isabdiella, te amo pero termina de marcharte- ella abrió la puerta y se marchó en silencio, sintiéndose avergonzada y es que, había sido precisamente la vergüenza la que la había hecho quedarse alli hablando de más.

-¡Por Dios, Nael!- dijo aún con el rostro cubierto-¡Qué vergüenza con Isabdiella!

-Agradezcamos a Alá, que no fue Zahiry- dijo suspirando.

-Por Dios...- Nael, la abrazó, estrechándola con fuerza contra él.

-¿Te avergüenzas de lo que sucedió entre nosotros?

-Jamás podría avergonzarme de amarte, Nael - acarició su mejilla y deslizó un dedo por el labio inferior masculino- y esto no ha sido menos que amor. Podría acostumbrarme a despertar así cada mañana, a dormir junto a ti cada noche. Te amo tanto.

-Te amo, Vanessa- le dio un rápido beso y luego bajó de la cama, mostrando en pleno su desnudez. Vanessa, se ruborizó. Si bien era cierto que habían pasado la noche juntos, la oscuridad había sido una aliada para deshinibirse. Ahora, con el sol iluminando cada parte de su masculino cuerpo, se sentía como una adolescente avergonzada.

Cuando estuvo vestido con sus ropas reales, se inclinó de nuevo en la cama para besar sus labios y luego dejar un cálido beso en su frente.

-Toma una ducha y luego deberías ver lo que quiere la imprudente de Isabdiella- sonrió con dulzura- mi amor, quita esa expresión de vergüenza.

-Es que no sé cómo verla a la cara- sostuvo la sábana contra su pecho- seguro que me hará millones de preguntas y reproches, me dirá que debimos esperar, que no debí ceder a mis instintos, que...

-Entonces, deberás decirle que se meta en sus asuntos- sonrió- nada puede arruinar mi felicidad en estos momentos, mi amor. Ni siquiera porque la puerta hubiese sido abierta por el mismísimo Jeque en persona.

-¡Oh!-sus ojos se abrieron enormes.

-Te amo...

-Yo te amo, mucho más.

Parecía que no quisiera marcharse, como si no pudiera hacerlo y es así exactamente como se sentía. Quería permanecer por siempre junto a ella, ver sus hermosos ojos verdes cada mañana, poder besar su boca sin restricción alguna. Era perfectamente adorable, todo en ella era maravilloso. No podría amarla más. Sería imposible, pues su pecho se hinchaba de tanto amor, sólo con pensarla.

Debía marcharse, o alguien más los vería y ella estaría terriblemente avergonzada, si podría estarlo más. Con un último beso, se marchó.

Vanessa, se dejó caer en la cama mientras suspiraba y cerraba los ojos, los recuerdos de la noche volvieron a ella y su cuerpo se erizo de puro placer.

Siempre supo que aquello sería mágico, pero la realidad había superado por mucho las expectativas.copy right hot novel pub

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