Nael, en su intento de no demostrar falta de cortesía, contuvo un suspiro de fastidio.
Si algo debía reconocersele a Haleine LeBlanc, es que era una mujer perseverante.
《EL QUE PERSEVERA; VENCE》
Así solía decir la abuela, pero este no sería el caso. Él amaba a una sola mujer; capaz de darle todo lo que necesitaba y mucho más.
Tomó el teléfono y lo llevó a su oído.
-Buenas tardes, señorita LeBlanc.
-Alteza- dijo con voz entusiasta- que placer saludarle. Usted podría llamarme Haleine.
-Podría, pero no es adecuado. ¿A qué debo el honor de su llamada?
-Mi padre me ha dicho que usted se ha negado a nuestra propuesta.
-Así es, me avergüenza mucho tener que declinar su oferta pero, mi corazón ha sido ocupado por otra dama.
-Alteza... usted y yo podríamos hacer muchas cosas juntos. La unión de nuestros países representa mucho. Además, tendrían apoyo absoluto y nuestro completo respaldo ante otras naciones. Europa entera estará encantada de negociar con Norusakistan y yo... estaría feliz de estar entre sus brazos.
-Señorita...
-Nael, puedes llegar a amarme con la misma pasión que la amas a... ella- él quiso reprocharle que lo tuteara pero lo dejó pasar.
-Jamás podría amar a otra- negó rotundamente.
-Rechazarme no es una buena idea. No ha escuchado que; "No hay peor furia que la de una mujer herida" y yo, soy una muy influyente.
-Lo lamento, pero nada me hará cambiar de opinión- contrajo los labios.
-Sin embargo, yo le permitiré pensarlo- sonaba tensa- si en una semana. . .dice días, no tengo noticias suya. Sabré que su decisión es irrevocable.
-Lo es- aseguro.
-No me asegure nada, al menos no por ahora- pidió- que tengas buen día, Nael- dijo con voz pastosa, arrojó un beso y cortó la comunicación.
Vanessa e Isabdiella, volvieron a Palacio bien entrada la tarde. Había sido realmente vergonzoso pedir aquello al doctor, sin embargo él lo habia tomado como lo más natural del mundo y Vanessa sospechaba que aquel joven y atractivo galeno, sentía una intensa atracción hacia Isabdiella. Así que cuando volvió a Palacio, ya había tomado la pastilla de emergencia y tenia dos cajas de anticonceptivas con las indicaciones de uso.
Si no hubiese sido por Isabdiella, ella ni hubiese tomado en cuenta la falta de responsabilidad que tuvieron Nael y ella la noche anterior.
-¿Dónde han pasado todo el día, señoritas?- la voz de La Reina, detuvo sus intenciones de seguir caminando. Vanessa, sintió como el calor subía a su rostro. Ambas se giraron para encontrarse con Isabella, exquisitamente ataviada con un caftán esmeralda.
-¡Madre! - Isabdiella, corrió hasta ella y besó su mejilla para luego abrazarla con fuerza- le pedí a Vanessa que me acompañara al hospital.
-Eso es maravilloso, cielo. - acarició su mejilla.
-Fue... un día... agradable- Vanessa, sonrió mientras retorcía sus manos. Isabella, la miró frunciendo el ceño.
-¿Qué sucede? -indagó con seriedad- ¿Qué están ocultandome?
-Absolutamente nada, madre- sonrió Isabdiella con naturalidad. Vanessa, se sorprendió de la facilidad con que mentía, ella estaba hecha un manojo de nervios.
-Si no ocultan nada. ¿Por que Vanessa, esta ruborizada, mueve la boca y retuerce sus manos nerviosamente?
¡Maldición!
Odiaba ser tan transparente.copy right hot novel pub