-Estás sumamente callado, mon amour .- Nael, salió de sus pensamientos, volviendo a la cruda realidad para fijar la vista en su prometida.
-Solo pienso un poco- dijo con tono serio.
-Has estado muy frío desde que abandonamos Francia. ¿Te molesta que mi padre haya organizado el vuelo de regreso en su avioneta privada?
-No me molesta- no viajaban solos; tres hombres de la guardia real y Didier, iban con ellos.
-No lo sé - lo miró entrecerrando los ojos- estas...¿enojado?
-Frustrado, esa sería la palabra adecuada- dijo con el ceño fruncido. Haleine, posó una de sus manos en la pierna de el. Nael, observó el gesto íntimo sin inmutarse. La femenina mano comenzó a acariciarlo, fue entonces que la detuvo, apartandola con poca delicadeza.- ésto será sumamente dificil.- dijo en voz alta.
-Los matrimonios suelen serlo,mon amour- le dedicó una sonrisa. Haleine, se inclinó para besarle, pero el giró el rostro.
-Haleine, nuestra vida sera sumamente dura...
-No tiene que ser así, Cher. Soy una mujer adulta y complaciente, descubrirás que el matrimonio conmigo es de lo más ventajoso y no sólo en lo político.
-Ese es el problema- la miró fijamente- soy un caballero y no quiero ofenderte pero... no puedes pretender que este es un compromiso normal, porque no lo es.
-Bueno- se miró las uñas despreocupadas- no hay amor o, no por ahora, pero estoy segura que surgirá. Será un amor apasionado Nael.
-No puedo amarte en semejantes circunstancias, me has cercado hasta obtener mi propuesta de matrimonio- contrajo los labios- me has obligado a renunciar a mi amor de hombre, para cumplir con mi amor por el pueblo.
-Pudiste no haber venido a Francia, no haberme propuesto matrimonio- levantó su orgulloso montón.
-Pude haber hecho eso y perjudicar a mi pueblo pero, amo demasiado a Norusakistan como para cargar sobre mis hombros la responsabilidad de su fracaso político. Supiste jugar bien tus cartas- la miró con desprecio.
-¿Entonces? - lo miró fijamente- ¿Me rehuiras cada vez que intente besarte?
-No. Al menos no cuando estemos en público o frente a nuestras familias.
-Eso es ridículo- le dijo indignada- ¿Qué sigue, el divorcio?
-Los nobles no nos divorciamos y menos en Norusakistan. Serás mi esposa hasta que uno de los dos muera. No dejaré a mi familia en ridiculo.
-Y si solo piensas besarme en publico... ¿cómo se supone que te daré herederos? ¿tampoco piensas tocarme?- Nael enrojeció y luego cerró los ojos.
-Al adquirir matrimonio, adquiero también el compromiso de otorgar un heredero. Por supuesto que tendremos hijos, es necesario un hombre que prolongue mi apellido y mi reinado.
-¿Quiere decir eso que sí tendremos sexo?- pregunto cruzándose de brazos y frunciendo el ceño.
-Exactamente; tendremos sexo, pero jamás, jamás haremos el amor- la miró fijamente- por ser un caballero, reprimire mis palabras. Hubiese anhelado hijos que fuesen producto de un intenso amor, pero dada las circunstancias solo puedo engendrar hijos por obligación.
-Tendrán un padre que no los quiere- lo miro con ojos llenos de indignación.
-Se equivoca, señorita LeBlanc.- ella hizo un gesto de desagrado ante la formalidad- Amaré a mis hijos y los defenderé con mi vida, ellos no son culpables de como se dieron las cosas; tendrán un padre amoroso, comprensivo, que les dedique mucho tiempo.
-¿Y yo? - Lo retó con la mirada-¿Qué tendré?
-El marido que quiso, el que logró mediante sobornos y presiones. Tendrá el titulo de Princesa y a futuro el de Soberana y Reina de una nación y ocasionalmente, mi cuerpo. Pero jamás tendrá ni mi amor, ni mi corazón, porque esos ya tienen dueña. Aclarado todo esto, me permitiré dormir un poco antes de llegar a Norusakistan- dijo cerrando los ojos.
-Todo cambiará cuando estés entre mis brazos- le dijo- cuando sientas la pasión que tengo para darte, te juro que me amarás y la arrancaré de tu corazón, que marcaré con mi piel cada espacio de tu cuerpo, hasta que estés lleno de mi. Juro que te olvidarás de la inglesa- dijo con desprecio.
-Lo dudo.- respondió Nael, sin siquiera abrir los ojos.
El auto se detuvo frente a la puerta de Palacio. Haleine, suspiró agotada. Aquel era un viaje muy largo. La puerta a su lado se abrió y apareció Didier, quien sostuvo la puerta y le ofreció la mano para ayudarla a salir. Cuando ella la tomó, sus ojos se encontraron por un momento pero Didier apartó su mirada de inmediato, era obvio que estaba muy enojado y dolido por la forma en la que lo había tratado.
Nael, caminó junto a ella. En la entrada, despidió a los tres integrantes de la guardia, asegurándoles que podían marcharse a descansar y que tendrían dos días libres continuos. Didier, por el contrario, los siguió en silencio.
-Buenas tardes -Haimir hizo una leve inclinacion hacia ellos- que Alá bendiga sus llegadas a Palacio.
-¡Oh Alá!- respondió Nael- por favor encárgate de que lleven el equipaje a las respectivas habitaciones. La señorita LeBlanc al igual que Didier, ocuparan las mismas habitaciones que tenían antes.
-Por supuesto, Alteza.
-¿Se encuentra mi madre en Palacio?- indagó.
-Esta leyendo en el salón rosa.
-Gracias- se giró hacia Didier- puede retirarse a descansar del viaje. - el frunció el ceño y miró a Haleine, quien asintió. Entonces se marchó detrás de Haimir- puedes ir a descansar- la miro fijamente.
-Por supuesto que no. Saludaré a tu madre.
Isabella, estaba enfrascada en la lectura de uno de sus antiguos libros de fotografía. Ya no era la jovencita que viajaba sin rumbo en busca de aventuras y paisajes exóticos que fotografiar.
Suspiró.copy right hot novel pub