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(Recomendado) ATRACCIÓN ORIENTAL

CAPÍTULO 42

Haleine, llegó a Palacio con pasos débiles y sintiéndose deshecha en plenitud.

Su cuerpo, estaba dolorido por los estragos del largo y agotador parto. Además de los puntos que le tomaron gracias al desgarre ocasionado por el tamaño de su bebe.

Su alma, estaba devastado por la perdida del ser que más amaba.

Su espíritu, estaba abatido por la inmensa pena que lo aquejaba.

Con esfuerzo y ayuda de Nael y sus padres, se acomodó en la recámara que compartía con su esposo. El médico le había recetado calmantes y unos sedantes muy suaves para los momentos en los que entrara en crisis, ya que el galeno auguró que serían muchos. Era necesario atacar el estado en el que ella estaba cayendo, brindarle su apoyo para evitar una grave depresión post- parto.

Nael, aseguró que todos en Palacio se encargarían de cuidarla y hacer que tomara los medicamentos recetados.

Sus gritos eran constantes y las crisis tardaban en cesar, solos conseguía algo de paz cuando Nael sostenía sus manos.

El sepelio fue algo muy íntimo y terriblemente doloroso para todos en especial para los padres de la criatura. Haleine, completamente deshecha se aferraba a la fortaleza que Nael le brindaba.

Tuvieron que sostenerla cuando llego la hora de sepultar el pequeño ataúd, ya que hacía la lucha por entrar en el hueco asegurando que no quería dejar solo a su hijo, su pequeño Namir le necesitaba.

La familia no podia estar más destrozada por la terrible perdida de ese pequeño ser que en tan solo unas horas se había ganado el corazon de todos.

Aquella noche se quedó dormida entre los brazos de Nael, mientras lloraba desconsoladamente y él le brindaba el mayor consuelo posible.

-Me quiero morir, Nael.

-No digas eso, por favor- la estrechó con suavidad, atrayéndola hacia su pecho, haciendo un terrible esfuerzo por contener sus propias lágrimas.

-Quiero irme con nuestro hijo. Me siento vacia, Nael. Hueca, sin él.

-Lo sé, la pena es demasiado grande, tanto que ahoga.

-Me mata recordar sus ojitos, su carita redonda. Nunca le escucharé llamarme; Mama. - sollozo.

La obligó a tomar el sedante y espero a que se durmiera. La contemplo tan débil, tan frágil que era casi imposible evocar los recuerdos de cuando la conoció; Altiva, grosera y autosuficiente. Su rostro estaba hinchado por el llanto, sus ojos y nariz enrojecidos, aún es sueños parecía sollozar.

Que experiencia tan horrible, es algo que ningún padre debería vivir.

Los días pasaron y no había ninguna mejoría. Haleine estaba presentando un fuerte cuadro depresivo, sus padres se negaban a dejarla sola, sin embargo pronto Antoine tuvo que viajar con Thierry ya que tenía asuntos políticos que eran ineludibles, pero dejó a Odette y a Didier encargados del bienestar de su pequeña hija.

Haleine, comenzaba a perder peso, estaba ojerosa y desanimada. Todos hacían el intento de subirle el ánimo e intentar que comiera, pero ella se negaba rotundamente y el poco alimento que ingeria lo hacia en presencia de Nael.

Constantemente la encontraban aferrada a la cuna, con alguna ropita del bebe entre sus manos mientras los sollozos y lamentos ensordecedores retumbaban en todo Palacio. Llegó el punto en que Nael mando a sacar todo lo que sería usado por Namir, aquello no hacía más que lastimar a la frustrada madre.

Zashirah e Isabdiella, pasaban algunas horas con ella, intentando darle ánimos, pero nada obtenían, en ocasiones ella se quedaba en silencio por horas, otras veces por días, con la mirada perdida en la nada.

Zahiry, se sentía terriblemente culpable, aunque todos le aseguraban que ella nada tenía que ver en el asunto. No había sido capaz de ir a la habitación de Haleine, no hasta ahora.

Llamó varias veces y al no obtener respuesta decidió entrar. Ella estaba sobre el lecho con las manos sobre su vientre, la mirada perdida a través del ámplio ventanal.

-Haleine...- susurró, pero no obtuvo respuesta- Haleine...- ella se giró para observarla y contuvo el llanto. Ella se veía muy mal, desmejorada y muy triste.

-No quiero hablar- dijo secamente.

-Yo...- Zahiry no sabía qué decir- sólo te he traído un zumo de piña... es... está delicioso.

-No quiero- dijo sin siquiera mirarla.

-Deberías tomarlo Haleine, te hará bien.

-¿Qué es lo que quieres realmente?- se giró y la observó a través de una cortina de lágrimas.

-Que... te sientas mejor.

-¡DÉJAME EN PAZ ZAHIRY!- le gritó frustrada. La rubia retrocedió y la miró con ojos enormes.

-Yo..copy right hot novel pub

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