Haleine contempló su imagen en el ámplio espejo. Era una ironía; su matrimonio se acababa y ella parecía más radiante que nunca. Sus ojos desprendían un hermoso e inigualable brillo, su corazón latía rápidamente, ansioso del momento en el que se produjera aquel esperado anuncio.
-No pareces una mujer que esta a punto de divorciarse.
-Parezco una mujer que esta a punto de iniciar una nueva etapa de su vida, Didier- le sonrió.
-¿Puedo besarte?- preguntó suplicante.
-No- le dijo con una enorme sonrisa- aún no soy libre- colocó un dedo en su boca- ya te lo he dicho, Didier. No le fallaré a Nael. Nada de besos, nada de sexo mientras sea su esposa.
-Pero no se quieren- hizo un puchero- has asumido que me amas, después de tanto esfurzo, debo añadir, y que estás dispuesta a que empecemos desde cero. ¿Por qué no puedo darte un inocente beso?
-Porque aún estoy casada- le sonrió- ya lo hemos hablado, cariño.
-El Príncipe, no se enojaría - se cruzo de brazos.
-Lo sé, pero le hice una promesa. Has esperado dos años Didier... No, has esperado al rededor de tres años y medio- beso su mejilla- sólo debes esperar un poco más.
-Tienes razon, mi amor. He esperado lo mucho, puedo esperar lo poco.
-¿Lista?- preguntó Nael, quien llegaba.
-Lista, Alteza- le sonrió con dulzura, para luego darle un fuerte abrazo- Gracias por todo Nael, por ayudarme a superar tantas cosas, por permanecer a mi lado en los momentos difíciles, por ser paciente y no guardarme rencor.
-No podría. Además he descubierto una Haleine que me gusta mucho- rió ante la asustada mirada de Didier- tranquilo hombre- colocó una mano en su hombro- esta mujer te ama.
-Con todo el corazón- aseguró ella- pero es bueno verlo celoso de vez en cuando- sonrió de forma pícara.
Aquellos dos años habían sido muy difícil al inicio en dónde Haleine, sufría de continuos ataques de depresión, luego pasó a la ira y después a la pacividad. Tuvo que recibir mucha ayuda y afecto para poder salir adelante.
Didier había estado siempre para ella, mostrándole la inmensidad de su amor y todo fue mejorando entre ellos.
Mientras aprendía a ver a Nael como solo un amigo que le brindaba todo su apoyo, el cariño por Didier se fue fortaleciendo.
Su relación con la familia real había mejorado, hasta la misma Zahiry se mostraba más amable, aunque nunca serían amigas, eso había quedado claro. No solo por todo el dolor que causó, sino, que se marchaba llevándose al chico que le gustaba.
Sus esfuerzos por conquistar a Didier habían sido un completo fracaso, pues el custodio sólo tenia ojos para Haleine. En cuanto al resto de las mujeres se habían mostrado comprensiva y compasivas en gran manera, lo que la había ayudado a recuperarse con mayor facilidad.
-Dejarás de ser una Mubarack- le dijo Nael.
-Y tú seras libre para forjarte tu felicidad. Te amé tanto Nael, creo que de cierto modo siempre te amaré un poco, que solo quiero verte feliz. Recuerda que vendré de vez en cuando. Dejo en tierras Norusakistanas uno de mis mayores tesoros.
-Puedes venir cuando lo desees, Haleine.
-Prométeme que mantendrás la tumba hermosa para nuestro hijo- le pidió a la vez que tomaba sus manos.
-Por supuesto- dijo asintiendo- eso no debes ni que pedirlo. Ahora sí, vayamos a dar ese anuncio.
-Yo soy el más feliz con todo esto- dijo Didier con las manos en sus bolsillos mientras sonreía.
-Eso ni lo dudamos. Se te ve tan dichoso de que mi matrimonio acabe- dijo Nael juguetonamemte.
-Lo siento Alteza, pero son pocas las cosas que me han hecho tan feliz como esto- dijo con una enorme sonrisa, mientras caminaba tras ellos.
El tiempo había pasado tan rápido, pensó Vanessa. Había conseguido su título con honores gracias a sus excelentes calificaciones. Su profesora de diseño la había ayudado a impulsar su carrera después de que se graduara, recomendandola para algunos trabajo y de esa manera, a su vez ganaba nuevos clientes, al ser recomendada. Poco a poco se fue forjando su propia fama, todo iba viento en popa para ella. Había pasado ya un año desde que se recibiera como diseñadora y estaba en su mejor momento profesional.
Había viajado por algunos países para complacer pedidos de exclusivos clientes; Alemania, Suiza, Francia, Italia... era los países en los que más clientes tenía y hasta los momentos los únicos que había visitado. Ser recomendada por su profesora le había traído muchos beneficios.
Su amiga Mariana se sentía muy feliz de los logros de Vanessa y pronto se asociaron en algunos trabajos.
En cuanto al corazón... todo estaba exactamente igual. Estaba sola. Zachary insistió por un largo año en recuperar la relación, pero Vanessa se mantuvo firme. Lo último que supo de él, es que ahora vivía junto a Samantha y ésta estaba embarazada de cuatro meses.
¡Que bien por ellos!
No lo iba a negar. Aquello le había dolido profundamente. Había puesto sus esperanzas en Zachary, le había tomado mucho cariño; uno sincero y leal, pero sobretodo, había aprendido a disfrutar de sus maravillosos encuentros sexuales.
La traición le habia dolido, ya que comenzaba a idializarlo como el hombre con el que pasaría su vida.
Su tracion la había herido, pero la había hecho más fuerte.
Había salido a cenar con algunos chicos ocasionalmente, pero no más que eso... Era difícil arriesgarse nuevamente en el amor.
-Amo cuando regresas a casa- dijo Drew, revolviendole el cabello.
-Yo lo amo más- respondió abrazándose a su hermano.
-El éxito es aburrido ¿Eh?- se burló.
-Puedo vivir con ello- sonrió mientras se encogía de hombros.
-Claro, debes amar tu cuenta bancaria- dijo Drew, riendo.
-No más de lo que amo la sonrisa de mis clientes- le golpeo el pecho- ¡Tonto!
-Ya basta- dijo Matt- yo también quiero abrazar a mi princesa.
-¡Y yo!- añadió Suseth- ¡La he extrañado tanto! - pronto se vio estrechada por los brazos de sus padres.
-No sé como hago para vivir lejos de este calor de hogar- suspiro Vanessa.copy right hot novel pub