Vanessa, respiró profundamente intentando controlar la creciente indignación que sentía, no esperaba encontrarse con ella, si sus deseos hubiesen sido escuchados, jamás, jamás hubiese vuelto a verla.
Irguió a lo máximo su estatura mientras la miraba con desprecio.
-Vanessa, yo... -comenzó Haleine pero ella no la dejó continuar.
-Tía, supongo que mi habitación será la de siempre.
-Si, tesoro...- todos estaban en completa tensión.
-En ese caso, me retiraré- giró y se encontró con la mirada de Nael, cargada de preocupación- no me someteré a esto, no tengo porqué tolerar su presencia. No sé qué asuntos deban tratar pero, resuelvelo- colocó una mano en su pecho y se puso de puntillas depositando un cálido beso en los masculinos labios.
-Amor...
-Lo hablaremos luego-le sonrió y emprendió su marcha para salir del salón.
-Tu y yo debemos hablar- dijo Haleine, entonces Vanessa se giró y la taladró con la mirada.
-No tengo nada que hablar contigo- y dicho aquello se marchó. Haleine, sintió como el rubor cubría sus mejillas, estaba avergonzada pero, en el fondo la entendía. Si estuviese en su posición, quizás, hubiese hecho lo mismo.
Toda la familia a quedó en silencio mientras la rubia desaparecía en el pasillo. Didier, se acercó y rodeó sus hombros tratando de transmitirle algo de consuelo.
-Hale... te ofrezco una disculpa, ella...
-No tiene nada que decir, Excelencia- dejó escapar un suspiro- su reacción es la más natural del mundo. No la culpo, debe odiarme- dijo bajando sus pestañas.
-No te odia, es sólo que...
-Lo entiendo- le sonrió- yo... sólo quería visitar la tumba de Namir. Ni siquiera tenía idea de que no estuviera usted en Palacio.
-Los restos de Namir están aquí, donde pertenecen y tu como su madre, puedes venir cuándo quieras. Es tu derecho, te hice esa promesa y sería incapaz de prohibirte que vinieras a visitar su tumba.
-Se lo agradezco, Majestad- sonrió.
-Iré a hablar con Vanessa...- dijo Nael.
-Si quiere mi Consejo, Excelencia- intervino Isabella- Lo mejor es dejarla sola por el momento. Para que centre sus emociones. - Nael asintió en silencio, sin estar muy seguro de que aquello fuese lo correcto y rogando a Alá porque Vanessa lo entendiera.
Vanessa llegó a su habitación respirando e intentando controlar la ira que la invadía. Sus uñas se enterraban firmemente en la piel a la palma de sus manos. Inhalaba y exhalaba varias veces, buscando autocontrol.
Se quedó de pie, viendo a través del amplio ventanal. El enorme desierto se imponía a lo lejos, se mostraba orgulloso mientras ostentaba su inmenso poder, capaz de destruir a todo aquel que no enfrentará sin estar realmente preparado.
Necesitaba estar serena, no podía permitir que la llegada de ella, la hiciera perder el control. Y allí se quedó por lo que parecieron horas, con la mirada perdida en aquella inmensidad.
Su tranquilidad fue interrumpida por un llamado a su puerta, mismo que logró sobresaltarla, salió de su trance y dejó de observar el inmenso desierto Norusakistano para desviar su atención a la puerta.
Seguramente sería Nael.
Un segundo llamado a hizo presente así que dijo;
-Adelante- mientras a acercaba a la puerta. Su rostro se endureció al descubrir a su visitante. -¡Sal de mi habitación!
-Vanessa.. sólo necesito unos minutos.
-No los mereces. Me robaste no minutos, no horas, no días, ni semana, ni meses..copy right hot novel pub