- ¿Estas lista? – preguntó Nick doce horas después aparcados en un auto alquilado en la acera opuesta de la torre Lighters. Lykar y Ferz ya estaban casi en su posición, solo faltaba nuestra entrada.
Me gire a verlo, reuniendo toda la valentía que tenía para esconder el pesar en mi rostro, más que mis nervios.
- Todavía hay tiempo de arrepentirse y buscar una mejor oportunidad para acercarte. Cuando estés en mejor estado. – aseguró sin presiones o juicios, girándose al frente y observando la calle iluminada por las luces del ir y venir del tráfico y la enorme torre dorada que expandía su esplendor por toda la zona como si quisiera ahuyentar la oscuridad.
Era perfecta, inmaculada e imponente, como debería de ser cada Lighters. Una torre de al menos 100 pisos. Y con un poco de suerte de nuestro lado, la haríamos añicos.
- No, tiene que ser ahora. – respiré profundamente y dejé salir el aire antes de enfrentarlo, colocando una mano en su hombro: – no intentes presionar a los guardias para entrar, ellos también tienen dones similares y son más fuertes y más experimentados. Sigue tu plan y si algo sale mal vete y no mires atrás, no esperes por mí. Y ten, absolutamente, cuidado con Vidra. Ella es todo lo bueno que me queda. pero no se dejara convencer fácil.
Se giró a verme y le dejé en claro todo lo en serio que iba al respecto.
- ¿Así que es por eso que me envías por ella? ¿Crees que lo mataría de solo verlo? – preguntó con fastidio pero en la manera en que apretó sus manos contra los volantes sabía que te-nía razón al respecto en mantenerlo alejado de Henry.
- No, creo que te cegarías del resto de la misión, se lo apasionado que eres. Lo he sentido. – dije tocándome el cuello rememorando las huellas que había dejado por su temperamento.
Frunció el ceño, dispuesto a contrariarme pero se lo pensó mejor, relajando su agarre del volan-te.
- La traeré de vuelta. Lo prometo. – dijo con sinceridad y compromiso en sus ojos. – solo asegúrate de enviarle recuerdos al Maximus de mi parte.
Sonrió de medio lado y abrió la puerta del auto listo para irse. Le di un leve asentimiento y Lo observé marcharse vestido con un atuendo de sirviente calle arriba donde tomaría otra entrada.
Me quede atrás unos 10 minutos más hasta que escuché por la radio del coche que los tres estaban en posición.
Salí del auto unos minutos después y crucé la calle hasta la entrada principal. Lykar salía, encorvado y vestido con ropa sucia y desarreglada, haciéndose pasar por un mensajero de la primera línea en las fronteras. Era señal de que había cumplido con su primera parte del plan.
Seguí adelante hasta que dos de los guardias de la entrada repararon en mí y me detuve a escasos centímetros de uno de ellos, acercándome a su oído para decirle.
- envía un mensaje arriba, dile al Maximus que Gris ha venido a rendirse.
El guardia me dio una mirada de pies a cabeza y me dejó entrar a la recepción donde esperé rodeada de tres guardias que se mantenía a una prudente distancia a que él pasara el mensaje, 5 minutos después del ascensor salieron tres guardias más, dos de ellos Smooker y juntos a tres guardias de seguridad se pusieron en un círculo alrededor de mí.
Un hombre vestido de negro, con las insignias de la SS me observó directamente al rostro y pude reconocerlo, era uno de los internos personales de Henry; Darrell. Jack se lo había regalado hace unos cuantos años. Tenía la habilidad de matar a las personas de un ataque al corazón con solo un chasquido de los dedos.
Sus ojos purpuras me mantuvieron la miraba antes de sonreír.
- Esto sí que es una sorpresa, ¿cómo quieres hacerlo? - preguntó colocando una mano sobre su arma, acto seguido todos los guardias alrededor desenfundaron las suyas y me apuntaron. No era un sentimiento ajeno o incómodo. Levanté las manos sobre mi cabeza.
- Quiero verlo, estoy desarmada.
- Hasta donde recuerdo, nunca has necesitado llevar un arma encima.
- Y hasta donde yo recuerdo, eras lo suficiente bueno haciendo lo tuyo, ¿o te has oxidado en el tiempo que he estado fuera? – contraataqué frunciéndole el ceño.
Sonrió más ancho colocando su mano sobre mi cuello, aun cuando no estaba apretando podía sentir como si me jalaran al suelo y sin tener control de ello caí de rodillas, con la mente nublada de dolor, el corazón retorciéndoseme de tal manera que pensé que moriría.
- Creo que quien se ha oxidado eres tú, Gris. Arréstenla. – dijo, y no puse resistencia mientras dos guardias me tomaban las manos detrás de la espalda y me ponían un par de esposas especiales. Unos minutos después venia el collar de shock eléctricos. Darrell quería utilizar todas las medidas de seguridad posible, no podía culparlo.
Dejé que me palparan por armas de forma agresiva, sedada con la ayuda de la influencia del Smooker que mantenía mi ritmo cardiaco bajo, controlable. Así no podría utilizar mis propios dones a menos que quisiera que mi corazón se detuviera.
Quería asegurarse que no atentaría contra su vida, y que no tendría que causarme daño permanente.
Me arrastraron hacia arriba y parpadeé un par de veces sintiendo la tensión ceder un poco mientras me guiaban a los ascensores, ya habíamos causado suficiente alboroto en el piso.
En el ascensor solo podían entras cinco a la vez, así que el resto se quedó atrás, siguiendo las orden de Darrell de aumentar la seguridad.
Una enemiga del estado estaba aquí después de todo.
Nos detuvimos en el último piso de la gran y brillante torre unos minutos después y una docena de guardias nos recibieron, observándome con asombro mientras nos conducían por un largo tramo hasta llegar al final del pasillo y esperar la mayoría afuera. Darrell se puso frente a mí antes de continuar, arreglando la liviana camisa de seda blanca que me había puesto, suficiente para dejar ver que no escondía armas. Era un buen gesto, pero inútil ya que eso no hacía nada para mejorar el aspecto derrotado que tenía.
- Será mejor que te comportes, odiaría regresarte a casa en piezas. – masculló entre dientes, dejando leves rastros de energía sobre mi cuello haciéndome retroceder y temblar al tacto.
Asentí sin mirarlo a los ojos, oliendo su perfume fuerte hasta que su sombra desapareció sobre mí y la puerta se abrió, unos minutos después me hicieron pasar hasta la mitad de la sala y me atreví a levantar la miraba.
La sala, era una oficina amueblada sin prestar en gastos; había cuadros, jarrones, tazas con cristales de diferentes colores, todo complementado con muebles, sillas y alfombras de aspectos costosos, todos vibrando de colores fuertes y brillantes.
Era la oficina de un Rey.copy right hot novel pub