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Tormenta de antaño

Capítulo 22: Intima desnudez.

Llegué a Essen antes de las seis de la tarde, aparqué el auto en mi estacionamiento habitual de la residencia. Aunque me expulsaran continuaría dejando mi auto allí; yo no resultaba ser una persona superficial, pero mi auto seguía siendo muy caro como para dormir a la mitad de la calle en pleno invierno. Ángeles y yo habíamos acordado de que ella diría que era la responsable del auto en caso de que alguien preguntara, o me descubrieran.

En fin, pasé la calle corriendo, estuve tentada a subir y hablar con Ángeles un rato, pero ahora que tenía el lugar para ella sola quizá no estaba tan sola.

Debía ponerme al tanto de ella y de Evie. Estaba perdiéndome nuevamente, la monotonía no es lo mío. Y acababa de recordar que estaba en un buen aprieto en cuanto a cierto guardián de bibliotecas, me odiaría cuando regresara, pues lo dejé en el olvido la última semana.

El bar ya estaba preparado para el ambiente nocturno, con sus luces bajas, música exageradamente alta y luces de discoteca. Para aquel momento ya había bastante fluido de personas que iban y venían en el lugar.

Cuando empecé a colarme entre la gente, una mano me tomó y me hizo girar, hasta inclinarme sobre un masculino brazo. La energía de Jinx solía ser distinta a la que aquel brazo me inundaba, por lo que no reaccioné del todo hasta asegurarme bien de quien era el responsable.

Akram me sonrió de manera picarona; yo lo fulminé con la mirada. De la misma manera como me atrajo hacia él volvió a desenredarme de sus brazos y dejarme ir.

Pronto me hallaba de regreso entre personas desconocidas, hasta que, de uno a uno, los chicos fueron haciéndome girar de acá para allá hasta que choqué con el pecho de Jinx.

Ya estaba bastante perdida para cuando llegué a él.

―Hola ―lo escuché reír, pero no logré verlo en la oscuridad.

―A veces tus amigos me resultan irritantes ―bromeé.

―Igual a mí ―gritó, pero se escuchaba como un susurro entre toda esa música.

―Iré a cambiarme, regresaré pronto ―le indiqué, tomé sus mejillas para dejarle un rápido beso y marcharme.

Me fundí de regreso entre la multitud, serpenteando entre cuerpos. Subí a la barra y salté detrás de esta para luego correr por el odiosamente oscuro pasillo que llevaba a la escalera del apartamento, la cual también subí corriendo.

Era una de esas veces que solo corrías por todo porque querías correr y nada más que eso.

Exhalé con alivio al ver sobre la cama de Jinx un par de valijas que dejé en la residencia. Ángeles debió de haber pasado a dejarlas o Cid las trajo.

Agradecí interiormente a quien sea que fuera que lo hubiera hecho, allí estaba mi ropa. Estaba bien usar la misma ropa repetida, o vestir la de tu novio, pero no todo el tiempo.

Quité mis botas y deshice el moño deforme de mi cabello, tiré el abrigo y me saqué el vestido, quedando solo en el viejo bañador, que según lo dictaba el espejo frente a mí, empezaba a quedarme pequeño.

¿Enserio yo estaba creciendo más?

―Bikini en invierno, bronceado en invierno. ―Notó Jinx desde el umbral de la puerta, me ruboricé de inmediato. Que me viera en ropa intima era una cosa, que me viera en un pequeño bikini provocativo era otra.

―Mi madre tiene sus costumbres.copy right hot novel pub

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