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Tormenta de antaño

Capítulo 23 (Parte II): Perdida en ningún lugar

Esta vez no caí al suelo por un tropezón, yo misma me incliné hasta dejar mi trasero sobre la nieve. Metí mis dedos entre mi cabello extremadamente enredado por la diversidad de circunstancias en las que había estado metida durante la tarde, noche y mañana pasadas. Aun no había notado que mi cabello estaba un poco mas largo de lo que estaba acostumbrada a mantener.

Las cosas giraban a mi alrededor sin cesar, todo daba infinitas vueltas, estaba agotada. Allí mismo me arrepentía de desear ser diferente de nuevo, de querer mis poderes de regreso, de extrañar ser una guardiana.

Estaba acostumbrada al control, a conocer poco de los misterios del mundo, eso me gustaba. Pero ahora ya nada estaba bajo mi control, todo continuaba escapando de mis manos.

Me sentía tan perdida, confundida, adolorida. De pronto volví a llorar angustiada por todas y cada una de las cosas que no dejaban de suceder.

Me sentía débil, vulnerable, expuesta, también tenía miedo. No solía sentirme de aquella manera, yo no solía sentir nada. Quizá después de todo no era tan extraña al mundo, sentir era algo típico de las personas comunes.

Lo cual también era una mierda.

― ¿Necesitas ayuda? ―Su auto se detuvo frente a mí, la misma expresión arrogante, la misma mirada llena de altivez.

¿Que rayos estaba haciendo aquí de nuevo?

―Bonita nueva entrega para tu canal, por cierto, ―prosiguió mostrándome su celular. No necesitaba detalles para comprender que el maldito vídeo de lo sucedido hace solo un minuto ya estaba en Internet, odio la maldita tecnología.

Peter abrió la puerta de su auto, invitándome a entrar, yo le miré, pero no me mostré dispuesta a regresar ahí.

―No te hagas de rogar pequeña, sé que estás quedándote con tu novio, el que, por cierto, no parece estar muy feliz contigo, o con nadie, en este momento, ―levanté la cabeza y fruncí el ceño―. Si, y también se que te expulsaron de la universidad.

Di un cabezazo contra mis rodillas.

¡Maldición! ¿Ya no era suficiente?

Gruñí y me arrastré del suelo hasta su auto, cerrando la puerta de mala gana.

―También tenemos que hablar sobre cómo te lanzaste del puente en un segundo y al otro estás protagonizando un nuevo vídeo viral sobre tu vida ―agregó.

―Calla tu maldita boca y llévame a Bestemming ―exigí―. No me hagas tener que retorcer tus huevos hasta que se desprendan de tus genitales.

―Vaya que eres hija de tu madre ―bufó, poniendo en marcha el auto.

―Gracias ―escupí.

Yo estaba orgullosa de mis padres, aunque no siempre hicieran lo correcto.copy right hot novel pub

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