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Tormenta de antaño

Capítulo 24: Esos amigos.

¿Cómo sabes que estás enamorado?

Fácil, técnicamente es cuando pasas un día sin ver a esa persona y ya la extrañas. Yo me sentía así, aun con toda la mierda que había expulsado sobre él el día anterior.

Así que allí me hallaba yo, en la mesa del comedor de mi casa, la casa en la cual crecí, con poco de cereal de avena en un tazón y mi cuchara yendo y viniendo de un lado a otro de este.

Me odiaba por sentirme así, porque sabía era mi culpa, y porque se supone no debería sentirme así. Yo debería estar enojada, si, enojada con él por haberme ocultado que él era aquel gato que dormía en mi ventana cada noche durante mis primeros siete años de vida, por haber sido aquel que maldijo a mis padres convirtiéndolos en los personajes de una leyenda extraña jamás escuchada. Porque aun cuando le pedí espacio se recostaba en mi torso a ronronear.

Por vivir con mis padres aun cuando estos eran apenas novios.

Exhalé.

Ni yo misma entendía qué sucedía, y también sabía por qué él no me lo había dicho antes, yo le exigí que me dejara descubrirlo sola.

Es solo que no pensaba que todo esto fuera más allá de una supuesta reencarnación. Y siquiera aun terminaba de entender esa parte.

―Voy a desmoronarme ―gemí, dejando caer mi cabello frente a mi cara.

―Espero que pienses avisarme, ―levanté mi cabeza y miré sobre mi hombro―. Soy tu mejor amigo, tu primo, somos casi hermanos. ¿Tienes algo para decirme?

―Emmm... ¿Que parte? ―arrugué mi cara a sabiendas de que me estaba delatando deliberadamente.

― ¿Que parte? ―exclamó Josh ofendido― ¿Cuantas partes hay? ―chilló indignado.

Bufé.

¡Al diablo con esto!

Dejé mi silla y fui hasta él, tomé su mano con fuerza y luego su barbilla, levantándola para lograr un mejor ángulo de su mirada. Así que puse sus dedos en mi palma abierta y dejé que lo viera.

Miré sus ojos brillar y en sus pupilas mis alas se revelaron.

― ¡Santa mierda! ―gritó alarmado, dio un salto hacia atrás y se pegó contra la pared, haciendo retumbar la cristalería del estante en la pared― ¡Tienes! ¡Maldición! ¿Cómo rayos? ¿Cuando? ―continuó gritando, señalando mis alas.

Chilló de nuevo con una mezcla de horror y trauma.

De alguna manera cruzó al otro lado de la cocina, abrió el congelador del frigorífico y metió su cabeza, Tomó la puerta y la empezó a rebotar contra su cabeza mientras decía una y otra vez:

―Estoy volviéndome loco.

Yo descansé sobre una pierna y le di su espacio.

Debo decir que jamás pensé en cómo él reaccionaría cuando lo supiera. Luego de unos veinte golpes a su cabeza pegada en el hielo del congelador, me decidí a intervenir.

―Josh ―lo halé de los hombros y cerré la puerta del frigorífico.

Él me miró, de nuevo, con horror, señaló mis alas y chilló, una vez más.

―Las sigo viendo ―y entonces fundió su cabeza en mi tazón de cereal aguado con leche ya tibia.

Tuve que reírme, no podía dejarlo pasar.

― ¿Enserio? ―gruñó sarcástico con el rostro lleno de leche y una estrellas de avena colgando de sus pestañas del ojo izquierdo.

―Sólo mírate ―señalé.

―Yo no soy el que tiene... ¡alas! ―gritó, señalándome.

Puse mis ojos en blanco y eché mi cabello hacia atrás.

―Yo realmente me refería a algo cómo: Por qué jodidos te expulsaron de la universidad, o cómo tu novio y tu terminaron porque tienes un romance con Peter Dunham, o por qué maldita sea mi hermana salió en tu último vídeo viral acusándote de besar al chico que ama, que casualmente, es hermano de tú mejor amiga, el cual, según me enteré, está obsesionado contigo y utiliza a mi hermanita para llamar tu atención. Aun más el hecho de por qué demonios no me lo habías dicho. ¡No a tus jodidas alas!

― ¿Ups?

― ¡No! ―gritó― Ahora me explicarás cómo rayos pasó eso.

―Fue algo así como culpa de mi excursión al cementerio aquel día ―empecé.

―Yo fui a ese cementerio contigo, ―gimió e intentó tocarse la espalda a como fuera lugar, tuve que detenerlo antes de que echara abajo la vajilla decorativa.

―Es mucho mas que eso ―añadí, él exhaló―. Yo ya era esto antes de que incluso nacieras tú, o tus padres, incluso los míos.

― ¿Pero qué rayos eres? ¿Un ángel o algo como eso? ―preguntó.

―Soy la reencarnación de un ángel.copy right hot novel pub

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