Por la mañana desperté. No era tarde y estaba justo a tiempo.
Me sentía genial, aunque solo durmiera tres horas, aunque mis pies me mataran, aunque mi corazón no dejara de amenazar con escaparse de mi pecho y correr frenéticamente lejos de mi cuerpo.
Todo era bueno.
Y…
¡Pum!
Me bastó mirar hacia un lado para ser atrozmente arrancada de mi ensoñación por unos enormes ojos amarillos exageradamente perfilados a solo centímetros de mi rostro. Grité cómo jamás pensé que podría llegar a gritar por la impresión inesperada.
Ángeles solo rió burlándose cruelmente de mí.
Entonces la enmarqué con la mirada entre mis pestañas, ella batió las suyas aun disfrutando de sacarme de mis casillas de una manera poco común para mí. No era que yo no tuviera temores, pero siempre sabía las cosas que pasarían antes de que estas sucedieran, por lo que no esperar algo era raro para mí.
Caí como un bloque de hormigón sobre mi almohada y suspiré. Eran dos sentimientos a los que no estaba acostumbrada: como ser amada de manera romántica y asustada de muerte, eso me irritaba, era difícil acostumbrarse a las cosas nuevas y dejar la seguridad de las cosas viejas. Esa era la misma razón por la que luego de tantos años aun deseaba volver a ser la guardiana sin importar cuan difícil fuera... porque ella era yo.
Ángeles estaba sentada a lado de mí en el piso con sus brazos en la colcha a pocos centímetros de mi, tenía su barbilla sobre el brazo izquierdo y no dejaba de mirarme.
¿Cuál era el protocolo de las mejores amigas luego de una cita?
Entrecerré los ojos pensando en ello, eso era lo que ella esperaba, o al menos eso era lo que yo creía.
Esa era la cosa sobre Ángeles, ella era diferente, tan diferente en un mundo lleno de cosas iguales, diferente en mi mundo.
No es fácil de explicar; pero, aunque yo solía ser perceptiva, Ángeles lo era mucho más que yo, sabía cosas que quizá yo si sabía, pero no lograba entender. Lo más raro de todo es que a pesar de confiar ciegamente en ella era la única persona que no tenía una definición en mi mundo, porque yo no percibía su energía, aunque la mayoría de las veces ella la demostraba sin problemas.
No veía en Ángeles aura alguna, ella era trasparente y extrañamente fortificada a la vez, tenía una muralla impenetrable que me impedía percibir sus pensamientos, intenciones y sentimientos, pero no necesitaba hurgar en ello, ella ya me mostraba todo lo que necesitaba e incluso lo que no. Sabía lo que había dentro de su muralla sin tener que echar un vistazo dentro.
―Alguien tuvo un apasionado beso anoche. ―Canturreó mi compañera de habitación.
La miré boquiabierta, no porque me sorprendiera, sino porque ella lo concluyera.copy right hot novel pub