Siguieron de compras con las bolsas en la mano. Cynthia le compró a Carmen un abrigo de piel. Vio un abrigo de cachemira de color negro que no era muy largo, pensó que le quedaría bien a Vega, así que le pidió a la dependienta que lo trajera para que Vega se lo probara.
Cuando Vega lo escuchó, agitó la mano rápidamente.
—No hace falta, tengo ropa, no lo cojas, no necesito probarlo.
—¿Es su hija? Seguro que quiere hacerle un regalo por piedad filial. Pruébelo, no se corte. La ropa buena también le hará lucir más joven.
Teniendo en cuenta la edad de Vega, la dependienta pensó que debería ser la madre de Cynthia. Por lo general, había pocos casos de una nuera comprándole cosas a la suegra, la mayoría de los casos era la hija comprándole algo a su madre. Por eso la dependienta hizo esa suposición.
El rostro de Vega se puso pálido y regañó a la dependienta:
—¿Qué dices? Esta es la señora de mi casa, solo soy una criada. Lo que has dicho solo me pone en humillación.
Cynthia le dio una palmada a Vega en el hombro.
—No pasa nada. En realidad, tienes más o menos la misma edad que mi madre.
—Disculpe.
La dependienta se quedó atónita por un momento antes de disculparse rápidamente. Era la primera vez que se encontró con una empleadora que le compraba ropa tan cara a una criada de su casa.
Pensó, «¿Cómo podría haber una persona tan amable y rica en este mundo?
Hoy se había topado con una experiencia única.
—Pues tiene más razón de aceptarlo, su señora es tan buena, no todas tienen la suerte que tiene usted.
La dependienta tenía que hacer ventas, por eso esperaba que Vega lo probara y lo comprara.
—Venga, pruébalo.
Cynthia sonrió.
—Pero...
—Pase conmigo para probarlo en el probador.
La dependienta la llevó directamente al probador.
Como Vega no era muy alta, el abrigo de estilo corto le sentaba muy bien.
—Mire lo bien que le queda.
La dependienta la elogió.
—Ponme este.
—De verdad tengo ropa para ponerme.
Vega agarró a la dependienta para que no la empacara.
Cynthia dijo deliberadamente:
—Te lo he comprado porque quiero pedirte que cuides de Álex y Alessia.
—Cuidarlos es mi deber.
Vega dijo.
—Además, me pagan para eso.
Alain nunca la había tratado mal, las tarjetas que tenía eran ilimitadas.
Eso demostraba la confianza que le daba.
—Es muy afortunada, nunca he conocido a una jefa tan buena, tengo mucha envidia.
La dependienta bromeó deliberadamente.copy right hot novel pub