Ahora solo podía ocultárselo a Cynthia por el momento.
—Mantenme informado de cualquier actualización.
Alain miró la hora.
—Me tengo que ir.
Mauricio asintió.
Alain se detuvo en la puerta.
—Esta noche ven a mi casa a pasar la Nochevieja.
Mauricio no era de la Ciudad B, su familia no estaba aquí. En los años anteriores los tres se reunían afuera para pasar ese día. Este año era diferente. Cristián se había casado y tenía su familia. Alain también tenía a Cynthia y dos hijos. Por lo que no podían salir esta noche. En comparación, Mauricio que aún era soltero, era el solitario que no tenía compañía.
—Bien.
Mauricio sonrió.
—Creía que ahora que estáis casados os habéis olvidado de mí.
Alain le recordó.
—Que no se te escape de la boca
—Lo sé.
Alain salió de la villa. Afuera estaba nevando. El abrigo gris volaba con el viento frío, la nieve caía suavemente en su cabello. Presionó el botón de desbloqueo de la llave del auto y las luces del auto destellaron. Tiró de la puerta del coche para entrar.
Bajó la ventanilla y echó un vistazo a la villa que estaba a punto de ser cubierta por la nieve, luego apartó la mirada, puso en marcha el coche y se fue.
El coche se aparcó en la casa de la familia Paramés. Había faroles rojos colgados en el alero, deslumbraban especialmente con el fondo de la nieve blanca.
Al entrar, vio a sus hijos colgando «petardos, peces...», muchos adornos que simbolizaban el Año Nuevo. Estaban muy emocionados porque les parecía divertido.
Alejandro y Carmen estaban detrás de ellos, temiendo que se cayeran accidentalmente.
Vega se acercó para coger el abrigo que se quitó.
—¿Dónde está?
Preguntó Alain.
—En la habitación.
Vega respondió.
—¿Ha dormido toda la tarde?
Alain preguntó de nuevo.
Vega negó con la cabeza.
—Hemos salido de compras.
Ella alardeó.
—Hasta me compró ropa a mí. La verdad es que nunca había conocido una chica tan buena.
Vega sonó un poco llorosa.
No se había casado nunca ni tenía hijos, aunque Alain la trataba genial y le daba mucho dinero, nadie le había regalado nada.
Alain le dio unas palmaditas en el hombro.
—Voy a subir a verla.
Vega dijo con una sonrisa.
—Ve.
En el piso de arriba, Cynthia estaba sentada al lado de la ventana con una almohada cuadrada en sus brazos, sosteniendo su barbilla con ambas manos y mirando la nieve que caía afuera.copy right hot novel pub