—No llevaré a nadie.
Cristián no se atrevía a descuidar la vida de ambas.
Elisa sonrió con satisfacción, luego le dijo la dirección y enfatizó de nuevo.
—No traigas a nadie, no bromeo, si te atrevas a traer gente, definitivamente las arrojaré al mar.
Los nervios de Cristián estaban tensos, tampoco se quedaba atrás.
—He dicho que no llevaré a nadie, pero si las lastimas, ¡juro que lo pagarás!
Dicho eso, colgó el teléfono, salió del hospital, se subió al automóvil y condujo hacia la dirección que le dijo.
Iba con tanta prisa que no tardó en llegar a la playa, paró el auto para bajarse. Enseguida recibió un mensaje de Elisa:
—Súbete al barco y dirígete hacia el suroeste.
Cristián guardó el teléfono y fue a buscar un barco. Había pescadores que habían regresado de pescar. Cristián se acercó.
—¿Puedes llevarme?
Con eso, le dio todo el efectivo que llevaba al pescador que estaba atando la cuerda.
—Te lo pagaré.
El pescador era un hombre flaco de unos cincuenta años y piel morena. Miró el dinero que le entregó Cristián para calcular en mente la cantidad que había. Cristián no llevaba mucho efectivo, solo había unos dos cientos euros.
—¿A dónde vas?
El pescador preguntó, si iba a las profundidades marinas, no iría.
—Al suroeste.
Cristián dijo.
El pescador pensó que era un lugar cerca de las montañas, no iban mucho a ese lugar, porque era relativamente remoto.
—¿Para qué vas allí?
No había nadie en ese lugar, ni siquiera había un lugar para quedarse.
Cristián sabía que el pescador tenía preocupaciones, pero no podía explicarlo, solo se buscó una excusa para convencerlo.
—Para buscar a mi amigo, ha ido en barco hacia esa zona, pero llevó un largo rato, quiero ir a echar un vistazo.
El pescador pensó un rato, luego tomó su dinero y dijo:
—Está bien, sube.
Dos cientos no era poco.
No ganaba mucho dinero como pescador.
Cristián se subió a la cubierta mojada y dio las gracias.
El pescador sonrió un poco avergonzado, porque había tomado su dinero, en realidad no le debería dar las gracias.
Cristián estaba de pie en la cubierta llena de olores a pescado, mirando el mar magnífico, sentía altibajos en su interior, como un barco en el mar.
El pescador estaba muy familiarizado con este lugar, pronto ajustó la proa del barco. Iba con velocidad.
Después de solo diez o veinte minutos, Cristián vio un barco delante y le dijo al pescador que se acercara.
Elisa estaba en la proa del barco, cuando lo vio venir, sintió algo extraño por un momento, pero se recuperó enseguida porque no podía echarse atrás.copy right hot novel pub